Carne De Videoclub

1994 un año que yo recordaré, no precisamente por Pulp Fiction ya que aquel año me interesaba más bien poco por no decir nada de nada el cine de Tarantino,y estaba más pendiente de Superdetective en Hollywood 3, El Cuervo, Phantasma 3, Timecop y de "Lo más duro 4"... Eran los 90 y en España a no ser que fueras y versado en cine, cosas como Reservoir dogs nos la traían floja. La verdad es que no recuerdo bien el año en que la vi por primera vez, aunque había oído hablar mucho de ella gracias a Álvaro y Ángela, dos buenos amigos que les molaba "el cine ese de Tarantino", que siempre lo flipaban hablando de Reservoir Dogs y que a mi me sonaba a chino. La cosa es que a consecuencia de una obra de estas que se hacían en los colegios me tocó representar la escena del baile del Jacks Rabbit´s Slim y claro acabe viéndome la escena al menos una treintena de veces, por lo que no me quedo más cojones que acercarme a la cinta definitivamente, y la primera vez que la vi me dejo fascinado (como a todo hijo de vecino) y me

Cada vez que me siento en el váter pienso en Murtaugh y sonrió (luego miro detrás por si hay una bomba instalada... que hay mucho cachondo por ahí suelto...). Si, curiosamente puede ser la escena más recordada de toda la saga o al menos la más recurrente cuando pienso en este par de policías americanos. Una película que entró en mi casa a través de una de las habituales visitas al videoclub cuando un título poderoso como este, tenía la suficiente atracción como para llevártela sin pensarlo dos veces, y si además el dependiente del videoclub te decía que habian muchas explosiones, tiros, acción, para que necesitaba mi padre (y yo) más. Parte tras parte se afianzó en el corazoncito de todo buen amante de las pelis de "risa" y acción y nos volvimos adictos a esa dosis que cada dos años y pico, más o menos, llegaba hasta los cines en forma de la locura de Riggs y de la paciencia y mala suerte (en lo material) de Mutaugh. Un variopinto plantel de situaciones cada vez más cómicas y desfasadas llegaban cinta tras

Las pelis de fantasmas y más concretamente las de casas encantadas sin duda eran las que más noches sin dormir conseguían en mi más tierna infancia. Ya fuera la cutre-producción de cine de mediodía a el gran éxito de taquilla de Hollywood, sin excepción, conseguían que la carne de gallina y el "me tapo la cara pero miro entre los dedos" fuera un continuo cada vez que intuía que iba a hacer un susto. Poltergeist en mi colegio entro como un vendaval en el más puro estilo leyenda negra, claro que yo cuando me enteré de su existencia, era la 2 la que estaba en los cines. En pequeños corrillos en el patio del colegio nos reuníamos y alguien que conocía a alguien que su tío había ido al cine a verla nos contaba con pelos y señales como por estar jugando con los espíritus todo el plantel de actores y demás currantes en la película habían pasado a mejor vida de las maneras más truculentas que a nuestro improvisado narrador (o narradora) se le ocurría. Cuando por fin me senté a verla una tarde de Sábado en la tele me